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¡hijo , qué razón tenías ! ( todo un clasico americano)


Nuestro personaje regenta en las afueras de una ciudad agrícola un merendero afamado por sus deliciosos perritos calientes.

¡¡ Y cómo lo regenta !!
Gentes de muchos kilómetros a la redonda han oído qué clase de perritos se comen allí. Y como además han visto sus enormes cartelones en los que anuncia «los mejores perritos calientes de toda la región», se amontonan en su merendero junto a la carretera para probarlos.
El dueño los saluda a la entrada en cuanto llegan, los encandila con su amplia sonrisa y con su jovialidad, y los anima a consumir:
«Pedidlos dobles; ahora están deliciosos».
Y los parroquianos disfrutan de verdad con los mejores y más apetitosos perritos calientes que jamás habían probado, tan sabrosos dentro de un panecillo tiernecito, con un aderezo suculento, una mostaza que sabe a gloria y su cebollita cortada en formas caprichosas. Y para remate se encargan del servicio unas chavalas sonrientes y simpáticas.

La gente se marcha relamiéndose y diciendo:
«Jamás me imaginé que un perrito caliente pudiera ser tan rico».

Cuando se suben al coche el dueño los despide y les recuerda:
«Vuelvan por aquí. por favor, que necesito trabajar para que los chicos sigan adelante en el colegio».

Y la buena gente vuelve. A manadas.

Un buen día, el hijo de nuestro personaje regresa a casa armado de su licenciatura en administración de empresas, más otra en economía, echa una ojeada al negocio del padre y dice:

«¡Por Dios, papá!, ¿no te has dado cuenta de que estamos en medio de una grave recesión?

Tienes que reducir tus costes!
Líbrate de los gastos de publicidad y quita esos cartelones. Reduce tus cargas de personal y defiéndete con dos empleados en lugar de mantener a seis, y cocina tú en vez de malgastar tu tiempo al borde de la carretera.
Aprieta a tus proveedores y consigue unos panecillos y unas salchichas más baratos. Utiliza la mostaza y los aderezos más baratos y aprovecha todo lo que puedas las cebollas.
¿Ves ahora todo lo que puedes ahorrar para resistir esta recesión que está llevando a la ruina a tantos y tan tos negocios? »

El padre le da las gracias y sabiendo como sabe todo lo inteligente que es su hijo, con todos esos títulos, ni se le ocurre poner en duda lo acertado de tales consejos.
Fuera con los cartelones, allá va el buen hombre a dar con sus huesos en la cocina, donde se Iimita a utilizar lo más barato que encuentra y solo deja una chica para servicio.

Dos meses más tarde. el hijo vuelve a casa de nuevo y pregunta a su padre qué tal le van las cosas en el negocio.
El padre contempla desolado su merendero vacío, los coches que antes se detenían y ahora pasan zumbando por la carretera, su caja registradora que lo único que tiene son telarañas, se vuelve hacia su hijo y le dice:
« ¡hijo , qué razón tenías ! Estamos pasando un infierno de recesión!».