Adriana Kaplan dice: “Si vas a hablar en público, no te pases de 20 minutos“. ¿Veinte minutos? A la mayoría de los hombres y mujeres de negocios, ejecutivos, empresarias y personas de alta dirección les parecerá poco. Los que organizan seminarios por toda España desesperan con oír esta propuesta. ¿Sólo veinte minutos? Con eso no tienen ni para empezar.
Pero Adriana Kaplan es tajante e insiste con este argumento: “Las películas de Hollywood tardan meses en rodarse y tienen miles de horas. Pero las resumen en una hora y media. ¿Pretende usted ser más ameno que una película de Hollywood?”.
Lo dicho, veinte minutos es suficiente.
“¿Has visto las conferencias TED? Cada intervención dura 20 minutos”, me dice Adriana Kaplan. Las conferencias TED se han hecho famosas en el mundo por su amenidad. (Pinchen aquí). Los oradores son escogidos si tienen que decir algo curioso, importante, destacado, increíble o sorprendente. No importa si es Bill Gates o un fabricante de vuvuzelas: a los 20 minutos le cortan y a otra cosa.
Rubia, ojos azules, Adriana Kaplan trabaja desde hace cuatro años enseñando al mundo de la empresa y de la televisión a comunicarse a través de su firma AK Comunicación. Lo de los 20 minutos de rollo es parte de su método. Pero hay mucho más.
Por ejemplo, cada vez que se organizan seminarios, convenciones y encuentros, los organizadores establecen los temas y la duración de los mismos. Llaman a un experto y le sueltan: tú vas a hablar del impacto de los hornos microondas en la productividad masculina. Tienes dos horas.
“No lo entiendo“, dice Kaplan sonriendo. “Resulta que esos ejecutivos que se pasan el día negociando duramente con otras empresas, que son hábiles comerciantes, hacen todo lo contrario en esta ocasión: agachan la cabeza y dicen sí cuando tienen que ir a un seminario. Deberían decir: ‘Perdón, yo sé hablar de esto, y sólo 20 minutos’. Punto”.
Es verdad. La inmensa mayoría de los seminarios que se organizan semanalmente en todo el mundo, consisten en traer personas para rellenar un programa insulso. Hablan más de la cuenta y aburren a todo el mundo.
“¿Sabes por qué no cambian?”, dice Kaplan. “Porque cuando terminan, se le acercan los pelotas para decirles que les ha encantado la charla”.
Totalmente de acuerdo. Todos estamos cansados de ir a seminarios y presentaciones aburridas. Si me preguntaran cuántas me han gustado, diría que apenas el 5%. Es una pérdida de tiempo y dineroque, si se cuantificase por un auditor, daría cientos de miles de euros tirados a la basura durante años.
¿Y las presentaciones en Power Point? Para ella la mejor presentación en PPT es la que no existe. “El Power Point es secundario pero los oradores se agarran a ello como un tabla de salvación porque no saben hablar en público”, dice Kaplan. Lo mejor: hablar sin PPT. Pero siempre que se sepan contar las cosas.
Adriana Kaplan ha entrenado a ejecutivos y a personas de la televisión. En general, cree que en España hay una tendencia a la excesiva formalidad en las presentaciones en público, cuando el orador se dirige a los demás con fórmulas archiconocidas: “Es un inmenso placer para mí…”.
Su regla preferida es que conviertan las palabras en imágenes. No aburrir. Contar historias. Por ejemplo, ella relata que una vez asistió a la charla de un ejecutivo de ING (el banco on line) sobre cómo se abrieron paso en España. No tenían mucho dinero para dar el salto pero lo invirtieron casi todo en Matías Prats. Este presentador apareció sentado en un banco se madera durante unos segundos en unos anuncios de televisión.
El joven equipo de ING estaba sentado en unas oficinas bastante modestas con unos cuantos teléfonos. Tras la exhibición del anuncio por televisión, los teléfonos seguían muertos. Luego sonó uno. Ellos lo miraron aterrorizados, como se mira en las películas gore a la llamada que anuncia otra muerte. Levantaron el auricular. “ING, dígame”. Sonó otro, y otro más, y al final no pararon de sonar teléfonos. Hasta hoy.
“Lo contó con tal pasión que nos mantuvo a todos electrizados“, dice Adriana Kaplan. Eso es lo que ella pide a los ejecutivos, al mundo de la empresa, a le gente a la que da clases. Por favor, cuenten historias. Ese es su método. El método Kaplan de hablar en público.
Pero Adriana Kaplan es tajante e insiste con este argumento: “Las películas de Hollywood tardan meses en rodarse y tienen miles de horas. Pero las resumen en una hora y media. ¿Pretende usted ser más ameno que una película de Hollywood?”.
Lo dicho, veinte minutos es suficiente.
“¿Has visto las conferencias TED? Cada intervención dura 20 minutos”, me dice Adriana Kaplan. Las conferencias TED se han hecho famosas en el mundo por su amenidad. (Pinchen aquí). Los oradores son escogidos si tienen que decir algo curioso, importante, destacado, increíble o sorprendente. No importa si es Bill Gates o un fabricante de vuvuzelas: a los 20 minutos le cortan y a otra cosa.
Rubia, ojos azules, Adriana Kaplan trabaja desde hace cuatro años enseñando al mundo de la empresa y de la televisión a comunicarse a través de su firma AK Comunicación. Lo de los 20 minutos de rollo es parte de su método. Pero hay mucho más.
Por ejemplo, cada vez que se organizan seminarios, convenciones y encuentros, los organizadores establecen los temas y la duración de los mismos. Llaman a un experto y le sueltan: tú vas a hablar del impacto de los hornos microondas en la productividad masculina. Tienes dos horas.
“No lo entiendo“, dice Kaplan sonriendo. “Resulta que esos ejecutivos que se pasan el día negociando duramente con otras empresas, que son hábiles comerciantes, hacen todo lo contrario en esta ocasión: agachan la cabeza y dicen sí cuando tienen que ir a un seminario. Deberían decir: ‘Perdón, yo sé hablar de esto, y sólo 20 minutos’. Punto”.
Es verdad. La inmensa mayoría de los seminarios que se organizan semanalmente en todo el mundo, consisten en traer personas para rellenar un programa insulso. Hablan más de la cuenta y aburren a todo el mundo.
“¿Sabes por qué no cambian?”, dice Kaplan. “Porque cuando terminan, se le acercan los pelotas para decirles que les ha encantado la charla”.
Totalmente de acuerdo. Todos estamos cansados de ir a seminarios y presentaciones aburridas. Si me preguntaran cuántas me han gustado, diría que apenas el 5%. Es una pérdida de tiempo y dineroque, si se cuantificase por un auditor, daría cientos de miles de euros tirados a la basura durante años.
¿Y las presentaciones en Power Point? Para ella la mejor presentación en PPT es la que no existe. “El Power Point es secundario pero los oradores se agarran a ello como un tabla de salvación porque no saben hablar en público”, dice Kaplan. Lo mejor: hablar sin PPT. Pero siempre que se sepan contar las cosas.
Adriana Kaplan ha entrenado a ejecutivos y a personas de la televisión. En general, cree que en España hay una tendencia a la excesiva formalidad en las presentaciones en público, cuando el orador se dirige a los demás con fórmulas archiconocidas: “Es un inmenso placer para mí…”.
Su regla preferida es que conviertan las palabras en imágenes. No aburrir. Contar historias. Por ejemplo, ella relata que una vez asistió a la charla de un ejecutivo de ING (el banco on line) sobre cómo se abrieron paso en España. No tenían mucho dinero para dar el salto pero lo invirtieron casi todo en Matías Prats. Este presentador apareció sentado en un banco se madera durante unos segundos en unos anuncios de televisión.
El joven equipo de ING estaba sentado en unas oficinas bastante modestas con unos cuantos teléfonos. Tras la exhibición del anuncio por televisión, los teléfonos seguían muertos. Luego sonó uno. Ellos lo miraron aterrorizados, como se mira en las películas gore a la llamada que anuncia otra muerte. Levantaron el auricular. “ING, dígame”. Sonó otro, y otro más, y al final no pararon de sonar teléfonos. Hasta hoy.
“Lo contó con tal pasión que nos mantuvo a todos electrizados“, dice Adriana Kaplan. Eso es lo que ella pide a los ejecutivos, al mundo de la empresa, a le gente a la que da clases. Por favor, cuenten historias. Ese es su método. El método Kaplan de hablar en público.