Las Escuelas de Negocios españolas se cuentan entre las mejores del mundo. Son una gratísima excepción del sistema educativo español, que lleva lustros instalado en la mediocridad. ¿Razones del éxito? Hay muchas, compartidas con las que explican el éxito, también global, de los clubes españoles de fútbol.
Acaba de publicarse el llamado Informe Pisa que cada dos años evalúa el nivel de los sistemas educativos, mediante la sencilla fórmula de comprobar lo que saben los estudiantes de enseñanza media en los diferentes países. Como de costumbre, los resultados españoles son manifiestamente mejorables.
Con esa materia prima no es extraño que en otro ranking educativo, el de Shangai, este sobre los estudios universitarios, no aparezca ninguna universidad española entre las 200 mejores del mundo.
Es necesario cambiar la situación, no por el prurito deportivo de alcanzar una medalla sino por la obligación moral de proporcionar a los jóvenes españoles una educación que permita su desarrollo personal y profesional. Teóricamente, el cambio no es tan díficil, lo difícil es congregar decisión política suficiente para poner el cascabel al gato.
En este panorama de decepción y mediocridad hay, sobre todas, una muy notable excepción: las escuelas de negocios. Aunque Esada, Iese e Instituto de Empresa son distintas, las tres coinciden el en el top tende los muy numerosos rankings sobre escuelas de negocios en Europa y el mundo se publican cada año.
¿A qué se debe la diferencia de posición global entre las Universidades y las Escuelas de Negocios?. La causa no es única y enumerar todas sería casi imposible, pero ahí van las que para un servidor de ustedes las explicaciones fundamentales:
Son insituticiones privadas, cuya vida depende de su capacidad para impartir una enseñanza de nivel;
Tienen libertad para cambiar los planes de estudios y el profesorado;
Cobran unos más que regulares precios de matrícula, que deben justitificar cada día. Los fees son altos, pero se facilita financiación bancaria barata;
Los alumnos cursan un MBA, un EMBA o cualquier otro programa por interés propio y saben que su futuro profesional en buena medida depende del aprovechamiento de las enseñanzas.
Ya digo que todas a estas causas se podrían desmenuzar e incluso añadir otras, pero cualquiera de ellas sirve para explicar el éxito de las Escuelas de Negocios y, correlativamente, fracaso global de la universidad española, comida por la endogamia, la rutina y la burocracia.
Clubes de fútbol
No puede ser una casualidad que este nivel de excelencia planetaria de las Escuelas de Negocio españolas lo comparta otro sector que nada tiene que ver con el educativo: el fútbol, donde Barça y Madrid son marcas de reputación y éxito igualmente universales.
También en el caso del fútbol el papel del sector público es periférico: mantener el orden en los estadios y poco más. En el fútbol cada club establece sus planes, sin intromisión de la alcaldía o autonomía correspondiente.
¿Se imaginan si la universidad mal llamada pública estuviera gobernada con los criterios de las escuelas de negocios o de los clubes de fútbol?.