Repasando los comentarios que los usuarios escriben en este blog, me encuentro con uno que me llama especialmente la atención. Cito parcial pero textualmente el comentario concreto de Uriel:
¿Cómo salir del hoyo creativo?
Una de tantas tareas que me produce
procrastinación: cuando estoy redactando
un resumen en Word,
me pierdo en los interminables cambios
y ajustes motivados con los pensamientos
de "de qué otra forma puedo redactar esta idea;
y si intento mejor eso otro?" y "cómo se verá mejor?
qué fuente, tamaño, color se verá mejor".
[...]
Este patrón es bastante frecuente entre aquellas personas que padecen la procrastinación en procesos creativos. ¡Ojo! cuando hablo de procesos creativos lo hago de forma literal, no solamente a aquellas personas que se dedican a las "artes canónicas". Redactar un e-mail es un proceso creativo sin duda alguna.
Uno de los principales amigos de la procrastinación y por lo tanto enemigos del procrastinador es el Perfeccionismo. Muchas tareas y por ende proyectos se quedan estancados por culpa de una enfocarlos con una mentalidad perfeccionista o demasiado detallista.
Las dudas, al igual que en el caso de Uriel, nos asaltan constantemente ("¿Cómo quedaría esto de otro modo? ¡No me convence cómo quedó este párrago!) y acaban por literalmente devorar nuestro poco tiempo disponible. Al final los proyectos no avanzan y caen en un triste abandono debido a que invertimos gran parte del tiempo regodeándonos en nuestras dudas sobre si lo que estábamos haciendo era el máximo, estaba al 100% bien.
A pesar de que buscar la perfección es un sentimiento loable, la verdad es que las utopías no se llevan muy bien con la realidad. Al igual que es reprochable que existan muchas personas que rechacen la perfección, o incluso lo bueno (aristofobia) y se sientan satisfechas despachando cualquier asunto de manera mediocre, también es reprochable un este perfeccionismo paralizante.
Hace tiempo alguien me habló de la filosofía Kaizen. La palabra Kaizen, que proviene del idioma japonés, vendría a significar algo así como "mejora progresiva", y es una práctica que incide en la idea de "primero se hace, después se mejora". La filosofía Kaizen se suele implantar en los procesos productivos de fábricas, pero bien se podría extrapolar en la productividad personal.
En la perspectiva Kaizen, el primer objetivo es finalizar la producción de lo que se busca producir. Posterior e inmediatamente, se repasa tanto el producto como el proceso de producción, desglosándolo en cada una de sus partes en búsqueda de dónde se puede mejorar, y cómo.
Una vez realizado dicho estudio, que se hace ya sin las prisas de tener que finalizar el producto, se reinicia el proceso de producción de una "versión 2.0" pero esta vez implementando las mejoras que ya están redactadas y listas para su ejecución.
Y así sucesivamente.
Así, la filosofía Kaizen no renuncia a aspirar a la perfección, pero lo hace integrando la imperfección durante el proceso a ella. O, como se menciona en el blog Hábitos Vitales, "Abrazando la imperfección".
Lógicamente el Kaizen no es un camino de rosas, sobre todo en aquellas personas que tienen que desarrollar un proyecto creativo más extenso. Un director de cine tiene que repetir muchas veces las escenas del rodaje (aspira a la perfección de su obra) pero le resulta amargo tener que volver sobre sus pasos y revisitar la misma, por eso no suelen ver sus propias películas una vez finalizadas; al igual que al escritor lo que más le cuesta es repasar su novela o su ensayo desde el principio que le parece lejano en busca de errores y modificaciones. Si no lo hiciera, su obra sería cuanto menos imperfecta cuando no mediocre. Si por el contrario se regodea en repasarla a cada rato, caerá en la parálisis realizadora y las musas de la creatividad huirán despavoridas para quién sabe si volver algún día, dejando paso a los fantasmas de la procrastinación.
Por ejemplo he de confesar que a día de hoy no estoy 100% contento con este blog. Se que hay muchas cosas que mejorar en muchos aspectos y otras que añadir o quitar. Pero si me hubiera quedado paralizado en esos pensamientos jamás habría salido a la luz y, con todas sus imperfecciones, ya ha sido leído y siendo leído por muchas personas que, habida cuenta de sus comentarios, lo encuentran de utilidad.
Así que, amigo/a que te encuentras en mitad de un arduo proceso creativo (y que quizá hayas venido a parar a esta página en una de esas parálisis perfeccionistas improductiva), un consejo: CORTA y posteriormente RECORTA.