El autor argumentaba más o menos, que todo ello era la suma de dos de los principios básicos de Peter y de Parkinson.
Por su lado, el Principio de Peter nos dice que
"en una organización, cada persona asciende hasta su máximo nivel de incompetencia", ¿y qué hace entonces?
La respuesta la tenemos en el principio de Parkinson:
"a partir de este momento, y en adelante, empieza a multiplicar sus actividades y obligaciones hasta límites infinitos, para así ocultar su incompetencia".
Estamos frente a un círculo vicioso; romperlo cuesta muchísimo, pues afecta a las raíces de la misma persona, a su propia autoestima, a su sentido del trabajo, a su pertenencia a un grupo, al respeto que le tiene el colectivo.
La ineficiencia es bien conocida desde la antigüedad. Como escribió el poeta chino Dongpo en el siglo XI:
"Yo quiero para mi hijo zafiedad y estupidez; sin cuitas, sin afán ... así llegará a ser ministro".
La capacidad de defensa del ser humano frente a posibles agresiones a su autoestima es increíble: por un lado, la energía que genera para intentar demostrar que esto no es así, por otro, para echar las culpas a los otros de la propia incompetencia.
Lo interesante de ello es de que todo gira alrededor de dos ejes: "Mis objetivos personales y profesionales", y "la Gestión de mi tiempo".
El cuadro que sigue a continuación ilustra lo comentado:
Objetivos Bajos | Objetivos Altos | |
Baja Gestión Tiempo | INUTILIDAD | INEFICACIA GRUPAL |
Alta Gestión Tiempo | DESPERDICIO TÉCNICO | FELIZ PRODUCTIVIDAD |
La ineficacia viene de no tener objetivos o de tenerlos muy bajos, es decir, fácilmente alcanzables.
Un objetivo tiene que significar un reto, algo que pueda ser alcanzable con la tensión lógica de una realidad, pero también de lo que significa volar más alto. Ello tiene que permitir asumir compromisos potentes, fuertes, que puedan ser asumidos por todo el grupo.
La dispersión de los objetivos no conduce a ningún sitio.
Por otra parte, su origen también puede ser la baja eficacia en la Gestión del Tiempo, que origina tensiones, repeticiones, malentendidos con la consecuente baja de moral.
Cuando uno se da cuenta de que está entrando en los principios de Peter o de Parkinson, hará bien en tomarse unos días de reflexión para centrar sus ideas, tirar todo lo superfluo, con humildad pero con decisión reconsiderar los nuevos objetivos desde la óptica de cuál es el valor añadido que aporto a la organización. Con esta revisión periódica, evitará llegar a los niveles de ineficiencia personal y profesional.