Para mí hay 3 cosas que son innegociables cuando uno ocupa un puesto directivo:
Primero. Respeto: a la dignidad de ser humano. Según un estudio de Otto Walter entre 750 empleados lo que menos soportan éstos de sus jefes es que le falten el respeto. El 49% así lo señaló. Es normal, toda persona, con independencia de edad, color, posición, etc, merece ser tratada de manera respetuosa. La dignidad humana es incuestionable. Corregir no significa agredir. En la corrección siempre se tiene en cuenta al otro; en la agresión, no. La asertividad es una asignatura pendiente que todos debemos mejorar. Decir lo que se tiene que decir sin herir sensibilidades ni dejar al otro por el suelo.
Segundo. Justicia: "Directivo, recuerda que tienes el suficiente pero injustificable poder sobre la vida de las personas. Ellos no te eligieron como jefe, por ello necesitas ser lo más justo y cuidadoso que puedas en el manejo de sus vidas". Son palabras de James Hoopes, autor de «False Prophets». Un directivo debe ser, ante todo, justo; y justo significa a cada uno lo que se merece, ni más ni menos. Las injusticias son tremendamente dañinas para el compromiso de las personas, y conviene recordar que el talento es el producto de competencias (saber) por el compromiso (querer); donde éste último factor actúa como apalancamiento y elemento diferenciador. En cierta ocasión le preguntaba a Pepu Hernández, ex seleccionador nacional de baloncesto y campeón del mundo en Japón 2006, qué era lo más difícil de ocupar el puesto de máximo responsable en un equipo; y me decía: " No sé exactamente lo que es más difícil, pero hay veces que tienes que tomar decisiones que no te gustan o que son complicadas, como en un momento dado decirle a alguien que no va a estar en el equipo o tomar una decisión que va a significar algo muy importante para el futuro o la carrera de un jugador. En muchas ocasiones esto es inevitable, por eso intentar ser justo, algo que no siempre se consigue, es un aspecto que considero imprescindible, ya que si bien a algunos les quitas oportunidades a otros se las das". Los amiguismos, los favoritismos y las afinidades personales pueden mermar notablemente el compromiso del equipo. y si el compromiso cae, el talento se resiente.
Tercero. Coherencia: el desfase entre palabras y hechos; el divorcio entre pensamiento y acción; la ruptura entre lo que se proclama y lo que se hace es demoledor para los equipos de trabajo. Decía Albert Schweitzar, "el ejemplo no es una de las maneras de influir en los demás, es la única". El teólogo alemán Romano Guardini afirmaba: “Educamos más por lo que somos y hacemos, que por lo que decimos”. Ghandi también lo expresaba con palabras parecidas: "Tú debes ser el camino que deseas ver en el mundo". Cuando los directivos predican austeridad y luego se van a hoteles de cinco estrellas o de comilonas, los empleados sienten que les están tomando el pelo y buscan "vengarse" a su manera. ¿Cómo? Habitualmente limitándose a cubrir el expediente lo que en entornos altamente competitivos donde se exige dar lo mejor puede ser tremendamente dañino para la competitividad de la empresa.