Emprendizaje Inteligente | ||||
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EMPRENDIZAJE INTELIGENTE
Breves reflexiones a la luz de «1010 consejos para emprendedores»
Autor: Francisco Alcaide Hernández
Asesor, consultor, coach, profesor y escritor
Autor de "Who´s Who en el Management Español"
http://franciscoalcaide.blogspot.com
El próximo día 25 de febrero se celebra en Madrid organizado por AEFOL & EXPOLEARNING el I Symposium Internacional sobre el pensamiento de Javier Fernández Aguado. Tengo el privilegio de participar como ponente en este evento además de conocer al homenajeado desde hace más de una década. Con él he participado conjuntamente en libros, empresas y proyectos.
Javier Fernández Aguado es hoy día reconocido como pensador y speaker internacional, sin embargo, lo que tal vez algunos desconozcan, es que también ha pasado por el mundo de la Alta Dirección y ha sido empresario durante muchos años.
A pesar de haber publicado, sólo o en colaboración, cerca de 60 libros, los cuales he leído casi todos, si me pusiesen en el aprieto de elegir sólo uno, sería "1010 consejos para emprendedores" (LID Editorial, 2009).
¿Y por qué?
En primer lugar, por su utilidad práctica. Libros de creación de empresas hay muchos y cada año aparecen nuevos títulos, pero la mayoría de ellos se centran en aspectos técnicos que, aunque necesarios, distan mucho de lo que es la brega del día a día. El elemento diferencial del texto de Fernández Aguado es que pone por escrito lo que sólo se aprende cuando se está sobre el terreno empresarial y que difícilmente es posible prever y anticipar desde la distancia. Es, por tanto, un libro que allana el camino.
En segundo término, porque todos somos, en cierto modo, emprendedores. Algunos poniendo en marcha su propio negocio; otros, como intraemprendedores en una organización; unos más a través de una fundación o una asociación; otros emprendiendo un proyecto personal... En todos los casos el manual citado será de gran ayuda para afrontar mejor los avatares habituales con los que el emprendedor se topa.
En tercer lugar, porque un país vive de la iniciativa privada que es la que genera riqueza y da empleo. Lo decía el economista Schumpeter: "El grado de desarrollo de una nación depende de la capacidad de asumir riesgos"; y son los empresarios los que, jugándose su propio capital (muchas veces incluso el que no tienen), pasan muchas noches de insomnio por mantener a flote su empresa que es una fuente de ingresos para el Estado vía impuestos, una satisfacción para los ciudadanos a través de la compra de sus productos o servicios, y una alternativa para los trabajadores que encuentran un empleo.
Emprendizaje inteligente
Dicen que el fracaso enseña más que el éxito ya que éste sólo confirma nuestras expectativas. A pesar de todo, a nadie nos gusta fallar. Por este motivo, me parece oportuno dedicar unas líneas a lo que este experto ha venido a denominar "emprendizaje inteligente", aquel que permite afrontar con mayores garantías de éxito un proyecto empresarial y que consiste en:
Primero. El emprendizaje como opción vital.
La mejor alternativa profesional para cada persona es aquella que mejor se adapta a la personalidad de cada uno. El objetivo de esta vida no es ser el más rico, sino el más feliz, y ello tiene mucho que ver con "encontrar el lugar en el ciclo de la vida", como se afirma en la película "El Rey León" y le gusta repetir al pensador que nos ocupa. A veces, la mejor recomendación que se le puede dar a un emprendedor, aunque sea dura, es: abandona el proyecto y dedícate a aquello que sabes a hacer mejor. No todo el mundo reúne las condiciones para embarcarse en esta aventura.
Segundo. Las cinco preguntas del emprendizaje.
Todo persona dispuesta a desarrollar un proyecto empresarial por cuenta propia debería contestar a estas 5 cuestiones:
- ¿Qué vendo? El producto ofrecido. Es importante conocer al detalle cuáles son sus ventajas e inconvenientes, su estacionalidad, los precios de mercado, los de la competencia, otros productos sustitutivos, las barreras de entrada, etc.
- ¿A quién? Que hace referencia al target destinatario del producto. La experiencia enseña que no se puede llegar a todo el mundo: "Quien todo lo quiere, todo lo pierde". Conocer muy bien a quién nos vamos a dirigir permite ajustar el tiro con mayor precisión y anticipar posibles cambios en sus gustos y necesidades.
- ¿Por qué me compran? Esto es, que tengo yo que los demás no tienen. Disponer de una ventaja competitiva es lo que justifica la aparición de una nueva empresa. Sin embargo, diferenciarse no consiste tanto en descubrir la pólvora como en cubrir un hueco vacío o no totalmente explotado. A veces, las ventajas competitivas son de fondo (qué ofrezco), otras de forma (cómo lo ofrezco) y cada vez más de marca (lo que se hace sentir).
- ¿Durante cuánto tiempo? Todas las ventajas competitivas, antes o después, tienden a desaparecer o diluirse. Por tanto, no basta poner en marcha un proyecto sino que hay que estar trabajándolo de manera permanente. La autocomplacencia es muy peligrosa en el mundo del emprendizaje. Como le gusta argumentar a este experto: "Quien siempre vende lo mismo y del mismo modo al final dejará de hacerlo".
- ¿Cuánto gano? Si se han hecho bien los deberes el dinero acaba llegando. Anteponer el "cuánto" al resto de preguntas es empezar la casa por el tejado. Ningún proyecto se mantiene en pie si su estructura está cimentada sobre materiales frágiles. Cuando así sea, el final no es difícil de vislumbrar. Toda empresa debe tener responder a un sentido y una razón de ser que le permita capear los tiempos difíciles sin desmoronarse.
Tercero. La ilusión en el emprendizaje. El promotor de un negocio debe vibrar con el proyecto que tiene entre manos, de otro modo es fácil que el desánimo acabe venciéndonos. A Fernández Aguado le gusta definir el reto de ser empresario como "una carrera de obstáculos en la que lo único seguro es que el siguiente será distinto del anterior". Si uno no siente verdadera pasión con su "hijo empresarial", las posibilidades de éxito serán limitadas. Al emprendedor de "raza" le brillan los ojos cada vez que habla de su empresa. Además, es importante que esa actitud se mantenga en el tiempo, ya que si la empresa se convierte en rutina, los días están contados.
Cuarto. El esfuerzo en el emprendizaje.
De ilusión no se vive, y resultados extraordinarios siempre van precedidos de esfuerzos extraordinarios. Un emprendedor vive para su negocio: 24 horas al día, 7 días a la semana, 52 semanas al año. Siempre con la empresa a cuestas. Los negocios reclaman lo mejor del individuo. Además, como a la sabiduría popular le gusta recordar, "el ojo del amo engorda el caballo". Los negocios exigen estar encima de ellos. Si el capitán del barco desatiende su responsabilidad, es fácil que el compromiso del resto de la tripulación también decaiga. Por ello, el empresario debe dar siempre ejemplo en todo. Por otro lado, en los comienzos de cualquier aventura empresarial el control de los costes es primordial, por lo que hay que estar dispuesto a hacer malabares con tal de ahorrar unos euros. Uno no puede darse grandes alegrías y hay que rendir lo máximo con lo mínimo.
Quinto. La paciencia en el emprendizaje.
O lo que otros llamarían la "suerte trabajada" que no es más que el resultado de una "espera inteligente". No se quita el candado, se abre la puerta el primer día y los clientes están fuera esperando como locos para entrar. Más bien sucede lo contrario. El primer día no entra nadie; el segundo algún despistado; y así poco a poco hasta que uno va haciéndose un nombre y empieza a ser conocido. Este proceso puede llevar meses o incluso años, por lo que armarse de paciencia es imprescindible hasta que se recogen los ansiados beneficios con los que se sueña. Ningún negocio se levanta de la noche a la mañana. Suele ocurrir que las mejores jornadas llegan tras duras jornadas de lucha. Javier lo explica bien en el consejo nº 19: "Pocos negocios se resuelven con un vini, vidi, forravi. Más bien sucede que uno llega, ve y se estrella. Luego, desembarca, mira y tropieza menos. Y a la tercera, o a la cuarta, o la quinta, halla los caminos oportunos para ganar ese dinero al que aspira". También en el consejo nº 481 nos dice: "Prácticamente toda persona que triunfa se ha pasado muchos años esforzándose, sin saber si iba o no a lograrlo. Incluso lo más sencillo tiene detrás más horas de brega de lo que aparenta".
Conclusiones
Ser empresario suena bonito, y lo es, pero también a menudo es una especie de montaña rusa con numerosas incertidumbres, presiones y angustias que no son nada fáciles de gestionar. Si la soledad es rasgo común entre los directivos (recomiendo "La soledad del directivo", del propio Fernández Aguado junto a José Aguilar), más lo es aún cuando uno es emprendedor. Por ello, ser emocionalmente fuerte es un requisito imprescindible para navegar por el mundo del emprendizaje.
En "1010 consejos para emprendedores" se pueden encontrar muchas enseñanzas de gran utilidad para afrontar ese reto; enseñanzas sobre la selección de socios, las negociaciones, la gestión del éxito y el fracaso, o las enfermedades del emprendedor, entre otras.
En cualquier caso, aunque todo empresario tiene una alta necesidad de logro y aspira a ganar dinero, lo más importante es hacer realidad su "proyecto vital". Por eso como apunta Fernández Aguado en su consejo nº 347: "El cénit de la vida de un empresario no es el enriquecimiento (que no es poco, porque significará que su proyecto ha salido adelante), sino alcanzar una vida colmada. Eso supone triunfar en varios frentes: el profesional, el familiar-afectivo, el de amistad, etc. Centrar las esperanzas en el triunfo profesional es insuficiente".