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7 ideas radicales sobre el CAMBIO radical

7 ideas radicales sobre el CAMBIO radical en la empresa, el trabajo y las relaciones (125)

El cambio es el tema más recurrente en la literatura de autoayuda: usted puede cambiar su vida si se lo propone. Innumerables historias, cuentos, anuncios, y recursos en orientación, animan y dirigen hacia la superación y el progreso personal, y la mayoría de las quejas y críticas de la peña se centran en anhelar otra vida y en envidiar la de los demás. La psicología de los consejos fáciles y de las soluciones rápidas, triunfa sobre otros estilos de afrontar la vida que suponen esfuerzo constante y paciente y una actitud estoica ante las adversidades. El cambio optimista se ha convertido en la metáfora de un mundo mejor. Por el contrario, la actitud de aceptación hacia el hecho de que la vida no es perfecta y que eso no siempre implica necesariamente un problema, es tachada de resignación (debate intenso se ha montado entre Julen, Emil y Alicia alrededor de la historia de la casa pequeña).
Divorciarte o separarte de la pareja parece ser una solución limpia y directa de los problemas con tu pareja; convertirte en emprendedor y montártelo por tu cuenta es la mejor forma que se te ocurre para evitar los malos rollos con los jefes y tener que trabajar tantas horas "para otros"; y viceversa, encontrar un empleo por cuenta ajena, es una medida eficaz para dejar por fin de ser empresario y quitarte estrés y responsabilidad; tras años fallidos de presentación a oposiciones como licenciado en Derecho, decides dar un giro a tu vida y aceptar ese empleo en la inmobiliaria… ¿Hasta qué punto estos cambios tan drásticos son las mejores alternativas, y hasta qué punto simplemente eran los caminos más fáciles?
Os dejo con 7 IDEAS RADICALES sobre el cambio radical. Seguro que vuestros comentarios también lo son (...)



7 IDEAS RADICALES SOBRE EL CAMBIO RADICAL


1. CAMBIAR A LOS DEMÁS ¿Por qué siempre estamos intentando que los demás cambien?

A un discípulo que siempre estaba quejándose del resto de la gente, le dijo el maestro: “Si es paz lo que buscas, trata de cambiarte a ti mismo, no a los demás. Es más fácil calzarse unas zapatillas que alfombrar toda la tierra”. Si nuestro trabajo no nos gusta, en lugar de plantearnos nuevas alternativas y formas de enfocar el futuro, seguramente propondremos cambiar a los empresarios, que generan tanto empleo precario y alienante; para disfrutar de una mejor relación, nuestra pareja debería dejar de ser tan desorganizada y planificar mejor sus horarios, ¡que es que no le da tiempo a nada!; y si no soy suficientemente emprendedor para crear mi propia empresa es porque la administración aún no ha reducido la burocracia lo suficiente y encima tarda un mundo en pagar las subvenciones, ¡así no se puede!.

El egoísmo bien entendido, el nuestro, nos lleva a buscar el cambio de los demás, sobre todo porque modificar nuestro propio comportamiento es un engorro. Pero la mala noticia para vagos y criticones, o sea, para casi todos, es que cambiarnos a nosotros mismos es casi lo único que podemos hacer para intentar que las mañanas sean más luminosas. La buena es que cuando uno se pone a darle brillo a su vida, los que están alrededor también lo notan, y como que se contagian un poco. "Si tú cambias, el mundo cambia", es mucho más que un posible eslogan de material deportivo o de refrescos de cola.


2. EL CAMBIO COMO EXCUSA. ¿Decimos que vamos a cambiar para dar mejor imagen?

Es bastante habitual que encontrarse en una situación de desempleo no implique necesariamente buscar empleo, sobre todo en aquellos casos en los que se perciben ayudas o no existen importantes problemas económicos, y cuando el interés profesional es bajo (sólo trabajas por la pasta). A pesar de esta inactividad, las personas desempleadas suelen quejarse de su situación laboral y dicen que desearían encontrar empleo, es decir, declaran que anhelan un cambio aunque no se pongan manos a la obra. Parece que en estos casos el mayor problema que sentimos no es el desempleo en sí, sino que nos tachen de parados y subsidiados.

Mostrar en público intención de mejora o de superación no siempre tiene, por tanto, verdadero propósito de cambio. Criticar a los demás, en vez de ponerse uno mismo a caldo como el responsable de sus problemas, no indica necesariamente motivación ni ganas de cambiar las cosas, sino una forma de justificar la propia inactividad e indolencia ante el que dirán. Y es que el mal rollo que sentimos y que nos impele a aparentar actitud y esfuerzo por mejorar, no proviene siempre de los supuestos problemas que supuestamente sufrimos, como de la opinión que se tenga de nosotros. Esta poderosa influencia suele llamarse “presión social”. El uso y funciones de las quejas y las críticas como autojustificación y como forma de comunicación seguirán siendo objeto de atención en Yoriento.


3. EL CAMBIO COMO VARITA. ¿Si cambio se arreglará todo?

Cuando las cosas parecen no ir bien, intentar “cambiarlo todo” parece la solución mágica e instantánea. Si no me gusta mi jefe, si me he peleado con mi novia, o si el coche chupa mucho, tranquilos, no hay problema: cambio de curro, de churri y de máquina. El cambio está de moda, pero el agua que sabe mal en un vaso seguirá sabiendo mal en otro. Los desajustes que tenías con el mandamás de tu empresa, con tu girlfriend y con tu vehículo a cuatro ruedas, ¿hasta que punto se debían a tu falta de habilidades sociales y a tu rendimiento laboral, a la forma de relacionarte en pareja, o al defectuoso mantenimiento del motor?

El objetivo del cambio es mejorar las cosas, pero los cambios drásticos suelen resultar como inundaciones para la sequia: sólo añaden nuevos problemas. Y es que cambiar las dificultades de envase es rápido, pero analizar su composición y modificarlas adecuadamente suele requerir su tiempo. Una cosa es el cambio gradual y planificado, y otra las huidas hacia delante.


4. EL CAMBIO COMO INTENCIÓN. ¿Decir que vamos a cambiar significa que vamos a cambiar?

Es interesante diferenciar el cambio como mera intención, de aquél que implica modificación y esfuerzo. Imaginarse en otro escenario más favorable tal vez anime para dar un primer paso, pero ahí puede terminar todo. Ponerse manos a la obra, planificar y graduar los avances, ese es el caballo de batalla. No es el qué, sino el cómo. ¿Quién no tiene el anhelo de mejorar algo en su vida? Pero, como en la historia del pianista, aunque nuestra intención es cambiar, generalmente no estamos dispuestos a pagar el precio.

El que querría ser funcionario, no se decide sobre la oposición a preparar, o no le dedica el suficiente esfuerzo; el que querría conocer a más gente, no se apunta a actividades sociales ni mejora su forma de relacionarse; el que querría que sus hijos fuesen más educados e inteligentes, nunca encuentra el tiempo para leer con ellos ni para aprender a ser un mejor padre; el que querría montar su empresa o invertir (algo que se incentiva en los blogs citados), no está dispuesto a arriesgar lo necesario. El deseo y los propósitos no son suficientes. Para que el cambio comience se necesita además motivación, no sólo ánimo. Si quieres saber si tienes esa motivación, hazte esta pregunta: si cambiara mi vida, ¿realmente estaría mucho mejor, o ahora no estoy tan mal como yo creo?


5. EL CAMBIO COMO PLANIFICACIÓN. ¿La motivación es suficiente para conseguir mejorar?

Para que el cambio llegue a buen puerto, deben definirse los objetivos que se pretenden lograr, y establecer la adecuada planificación para alcanzarlos. Y es que incluso en el caso de que tu vida sea realmente mala y eso te ponga con todas tus fuerzas a intentar mejorar, la motivación tampoco lo es todo: la potencia sin control no sirve de nada.
Si hace años que no ligas y no se te acercan ni para darte un recado, estamos seguros de que tu interés por relacionarte será alto, sin duda, pero eso por sí solo no garantizará el éxito de tus pretensiones. A la vista está. Analizar y mejorar la forma en que te relacionas, seleccionar sitios y formas de ocio más adecuados para tu perfil, y tal vez mejorar tu imagen y tu aspecto físico, podrán ayudarte.


6. ¿CAMBIAR O SEGUIR? ¿Tu vida requiere realmente cambios importantes, o sólo pequeñas mejoras?

Los sueños de cambio son la antítesis de la aceptación de la vida tal cual es. Como en la historia de la herencia, el cambio per se no necesariamente mejora la situación. A veces tomamos otras direcciones seducidos por los cantos de sirena del cambio radical, cuando tal vez hubiera sido más razonable y práctico intentar seguir mejorando dentro de la senda actual. La tentación de salirse del camino se alimenta del sentido de la aventura y de la novedad, pero no ofrece garantías y exige similares o mayores esfuerzos.

Una vez divorciado, es probable que parecidos problemas se reproduzcan en las nuevas relaciones que tengamos; tras crear nuestra empresa, quizás nos demos cuenta que tenemos más presión y más trabajo del que nunca tuvimos como empleados; o al contrario, que tras dejar aparcado nuestro negocio, el trabajo por cuenta ajena nos desmotive mucho más de lo que pensábamos; y aunque no has logrado un empleo público como querías, tal vez no sea la mejor opción abandonar el Derecho: ¿por qué no plantearte la creación de tu propio bufete, reciclarte como asesor, orientador, formador, especializarte en ramas concretas, etc.?


7. EL CAMBIO ES UNA ALTERNATIVA MÁS. ¿Cambiar es obligatorio u otras opciones son posibles?

Por supuesto que un cambio sustancial en la carrera profesional o en la vida afectiva siempre es una alternativa, puede ser una buena opción o, incluso, la única opción en algunas situaciones. Pero es importante recordar que cambiar de escenario siempre es más fácil y tentador que continuar e intentar mejorar día a día gradualmente, con paciencia y planificación. Porque de Guatemala a Guatepeor se suele llegar en vuelos directos, sin escalas. No te das ni cuenta. A veces, que me quede como estoy…

NOTA. El término “idea radical” lo he pirateado impunemente. Ha sido una idea radical. Y es que los sueños de la razón (o de la sinrazón) nunca se sabe qué frutos darán.